Según un nuevo estudio, el deshielo del Ártico tendría un devastador impacto en la economía global. Esta investigación sugiere que dicho fenómeno llevaría a la pérdida de 60 billones de dólares (45,4 billones de euros).

Expertos explican que el deshielo del permafrost ártico afectará tanto la economía global porque, cuando comiencen a calentarse, los suelos congelados liberan su contenido de metano.


El metano llegaría al final a la atmósfera de nuestro planeta y, una vez allí, acelerará el calentamiento global y fomentará muchos desastres naturales.

"Calculamos que el coste del deshielo del Ártico sería enorme, porque la región es fundamental para el funcionamiento de los sistemas de la Tierra, al igual que los océanos y el clima", escribieron los investigadores en la revista Nature.

Con todo, es posible que los países en desarrollo sean los más afectados. Los expertos predicen que estas regiones enfrentarán manifestaciones climáticas extremas, peor estado de salud y baja producción agrícola.

Los países desarrollados enfrentarán problemas similares, pero serán mejor preparados para abordarlos.

Según las estimaciones recientes, el permafrost ártico alberga aproximadamente 50 gigatoneladas de metano que podría ser liberado gradualmente durante los próximos 50 años o de repente.

El segundo escenario es uno por el que la sociedad humana realmente debería estar preocupada, según los expertos.

"Una explosición repentina de metano podría persistir durante más tiempo en la atmósfera y desencadenar cambios de temperatura más rápidos que la liberación gradual de este gas”, explican los investigadores.

Actualmente, se cree que el 30% de las reservas de gas que aún no fueron descubiertas y el 13% de todo el petróleo indocumentado están ocultos en el Ártico.

Esta es la razón por la cual las empresas de petróleo y gas tratan de llevar a cabo actividades de exploración en estas regiones. Estas compañías afirman que si la sociedad humana logra aprovechar estas reservas, la economía global tendría mucho que ganar.

Los conservacionistas, sin embargo, sostienen que los costes asociados con la destrucción de los hábitats naturales superan con mucho cualquier beneficio financiero que podría traer la perforación en el Ártico.